Borracho conocedor
El borracho del pueblo tenía fama de que podía distinguir a ciegas
cualquier bebida que se le sirviera. Un día, bajo apuesta, el
cantinero del lugar le vendó los ojos y empezó a darle copa tras copa
de vinos y licores diferentes. No sólo adivinaba la bebida: también
decía la procedencia, marca, año de destilación o cosecha, etcétera.
El cantinero, desesperado ya, le sirvió una copa de agua. La cató el
temulento, y tras escupir con asco el líquido dijo desconcertado:
- ¡Ah cabrón!, ¡no sé qué sea esa chingadera!, ¡lo que sí puedo
decirte es que no se te va a vender!
(anónimo)