Cómo no odiar a tu jefe
1.- Cuando tu jefe te llame por primera vez en la mañana, no pienses:
¡No mames, tan temprano y ya está chingando!
Mejor piensa: Mi jefe quiere saludarme.
2.- Cuando requiera tu presencia en su oficina por quinta vez en el
día, no pienses:
¡Ah, cómo chinga este pendejo!
Mejor piensa: Le soy indispensable para vivir.
3.- Cuando te consulte algo por tercera ocasión, no pienses:
¡Que este güey no puede decidir por sí mismo!
Mejor piensa: Requiere la opinión de un sabio.
4.- Cuando le expliques por quinta vez el asunto y aún así entienda
todo lo contrario, no pienses:
¡No mames! ¿Dónde están las manzanas? ¡Para explicarle a este cabrón!
Mejor piensa: Seguramente de chiquito se cayó mucho y todavía
tiene secuelas.
5.- Cuando te reclame que porque no llegas temprano, no pienses:
¡Imbécil! Si supieras todas las pinches horas que me quedo después
de la hora de salida sin que me paguen un pinche peso extra.
Mejor piensa: que al que madruga Dios lo ayuda y que, igual, el
día que tú llegas temprano, él no va a trabajar.
6.- Cuando te encargue un trabajo, justo a la hora de tu salida, no
pienses:
¡Chingada madre! ¿Por qué hoy que había quedado para ir al cine
con mi vieja? Claro, como el estúpido no tiene vida familiar, le
vale madre.
Mejor piensa: Pobrecito, tal vez es impotente y necesita estar
trabajando para no tener malos pensamientos.
7.- Cuando te pida que vayas a trabajar un sábado, no pienses:
¡No mames! ¿Qué no sabe este güey que los sábados tengo que ir a
jugar futbol?, se me hace que como este pendejo no hace ejercicio,
no le irriga la sangre al cerebro.
Mejor piensa: Pobrecito, quizá no tiene con quien desayunar y tal
vez me invitará a mí para no sentirse solito.
8.- Cuando te regañe porque cometiste un error, no pienses:
¡Ahora resulta que el pendejo soy yo!
Mejor piensa: tiene razón, por algo es mi jefe, y el que trabaja
tiene derecho a equivocarse.
9.- Cuando te corra de la chamba, no pienses:
¡Hijo de puta! A pesar de que me chinga todo el puto día y que me
tiene hasta la madre, que es un pendejo mal agradecido, que tuve
que hacerle la chamba porque él no tiene ni idea, que nunca fue
capaz de reconocer mi trabajo de todos los días y que siempre que
me llamó estuve para darle una respuesta y arreglarle todos los
pedos en que él solito se metió y que se puede ir directito a
chiflar a su mauser, que se quede con su pinche trabajo de mierda.
Mejor ¡DÍSELO!
(anónimo (recibido Nathán))