EL CONDE Y LA CONDESA
Perdonad, divina dama,
Que relaje la etiqueta,
Más tengo la tentación,
De morderos una teta.
¡Caballero! ¿Cómo osáis?
Respetad a esta dama,
Pero desabrochaos la bragueta,
Que os lustro la banana.
Señora disculpadme,
Si he perdido la postura,
Más levantad esa fina falda,
Que os parto la costura.
¡Oh! Mi amado caballero,
Admiro vuestra destreza,
Pero os pido me metáis,
Solamente la cabeza.
¡Oh! Señora idolatrada,
Lo lamento, mil perdones,
La cosa no tiene remedio,
Os clavé hasta los cojones.
Os perdono mi caballero,
Y hacedlo con disimulo,
Eso sí, os lo suplico,
Sacadme el dedo del culo.
Basta ya señora mía,
Basta ya de meta y ponga,
Parece habéis agarrado,
Lindo gusto a la poronga.
Seguid, seguid caballero,
Que con este ya van siete,
Que me agacho suavemente,
Y me rompéis el ojete.
Yo continuaré condesa,
Mientras su gusto lo exija,
Y os seguiré echando polvo,
Hasta que me aguante la pija.
Bien sé, querido mío,
Que eres un hombre de notas,
Metédmela mas adentro,
Metedla hasta las pelotas.
¿Qué os parece mi amada,
Si continuamos el juego?,
Yo os hago la mineta,
Y vos me chupáis los huevos.
- Calderón te la Marca (contemporáneo)
(anónimo)