EL CRUCERO
El dueño de la agencia de viajes acababa de cerrar un contrato
millonario esa misma mañana y estaba de muy buen humor. Mirando hacia
la calle, a través del ventanal, observó cómo una pareja de ancianitos
estaba mirando aténtamente el anuncio de un crucero de lujo. Conmovido
por la cara que tenían, le mandó entrar y le dijo:
- Los acabo de ver leyendo la publicidad del crucero que estamos
anunciando. Yo sé que ustedes, con su pensión tan limitada, jamás
podrían permitirse el lujo de tomarlo, pero como hoy estoy de
buenas, le voy a regalar un pasaje a cada uno de los dos. No quiero
que se nieguen a mi ofrecimiento. ¡Mañana salen en el crucero!
Total, que los viejitos se van en el crucero con todos los gastos
pagados. Al regresar, la viejita pasó por la agencia a darle las
gracias al dueño. Al verlo sentado en su escritorio, entró a su
oficina:
- ¡Buenos días!
- ¿Qué tal, señora? ¿Qué le parecieron sus vacaciones?
- ¡Fabulosas, hijito! ¡Fabulosas! Muchísimas gracias por todo. Estuvo
tan lindo, la comida era tan buena y abundante, los camarotes
amplios, la pasé de lo mejor. Sólo me quedó una duda.
- ¿Sí? ¿Cuál fue esa duda?
- Dígame algo, ¿quién era ese viejito tan dulce con quien me tocó
compartir la habitación, eh?
(anónimo)