Divorcio judío
Jacobo llama desde Tel Aviv, Israel, a su hijo Samuel que vive en
Nueva York, EE.UU., y le dice:
- Lamento arruinarte el día, pero tengo que informarte que tu madre y
yo nos estamos divorciando. Creo que cuarenta y cinco años de
sufrimiento son suficientes para mí.
- ¿Papá, de qué estas hablando???" -grita del otro lado de la línea el
hijo-.
- No podemos soportar seguir viéndonos -le contesta el padre-. Estamos
hartos el uno del otro, y yo ya no quiero hablar más del tema. Por
favor llamá a tu hermana Débora y cuéntale. Un beso. -tras lo cual
el padre cuelga el teléfono-.
Desesperado, el hijo llama a su hermana a Buenos Aires, Argentina,
quien explota de ira al recibir la noticia y dice:
- ¿Cómo que se están divorciando? Déjame que yo me hago cargo. Después
te llamo.
Luego de cortar con su hermano, Débora llama a su padre y le dice:
- ¡Ustedes NO se divorcian! ¿Me escuchaste papá? En 48 horas estaré En
Tel Aviv. No hagan nada hasta que yo llegue. Cuando cuelgue llamo a
Samuel para que también venga conmigo. ¿Me escuchaste papá?
- Te escuché -responde el padre-.
- Te mando un beso y te digo hasta pasado mañana -dice la hija al
finalizar la llamada-.
El anciano luego de colgar el teléfono, mira a su esposa y le dice:
- Ana, todo salió perfecto... Los chicos vienen a visitarnos pasado
mañana y se pagan sus pasajes.
(anónimo)