Dos hermanas
Aquel señor felizmente casado tenía un amigo de su misma edad y
todavía soltero. Lo exhortaba con vivos acentos a casarte:
- ¿Para qué? -respondía el maduro célibe-. Vivo con dos hermanas.
- Está bien eso, pero hay cosas que no puedes hacer con tus hermanas.
- ¿Y quién te dijo que son mis hermanas?
(anónimo)