Empresario consolador
Un hombre de empresa, iba en su Lamborghini atravesando el
puente cuando vio a un hombre que ataba una cuerda a uno de los
travesaños con la evidente intención de ahorcarse. Detuvo el magnate
su rutilante coche, se apeó de él y fue hacia el desdichado:
- ¿Qué le pasa, buen hombre? ¿Por qué quiere privarse de la vida?
- ¡Me despidieron de mi empleo! ¡Estoy desesperado!
- Vamos, vamos -lo tranquiliza el empresario dándole palmaditas en la
espalda-. No se angustie usted, amigo mío. Ya verá cómo su patrón
encontrará bien pronto quién lo reemplace.
(anónimo)