Hermanitas de los pobres
El cura pueblerino llegó a la gran ciudad en autobús. Iba a predicar
los ejercicios espirituales de cuaresma a unas monjitas. Les había
dicho que al llegar les avisaría que estaba ya en la terminal, a fin
de que fueran por él. Marcó, pues, el teléfono del convento, pero se
equivocó de número. Preguntó:
- ¿Hablo a la casa de las Hermanitas de los Pobres?
- No -le respondió una alegre voz de mujer-. Hablas a la casa de las
amiguitas de los ricos.
(anónimo)