Historias de un pueblo
Un escritor llegó a un pueblo situado en medio de la nada, porque se
le ocurrió que de allí podría sacar un nuevo libro, basado en las
anécdotas que pudieran tener sus pobladores. Con esa idea, fue a
buscar al hombre más viejo del pueblo y al encontrarlo le explica:
- Mire, ando recopilando datos para escribir un libro. ¿No tendrá
alguna historia cómica y ligera que pudiera yo transmitirle al
mundo? ¿Algo que haya usted vivido en este pueblo y que recuerde con
frecuencia?
- Ah sí, una vez se perdió la esposa del Chente, ese que vive ahí tras
lomita. Pues se llegó la noche y que no aparece la señora. Así que
nos reunimos todos los hombres del pueblo y nos armamos con un buen
cargamento de mezcal y nos metemos al monte a buscarla. Pasados
varios días, pues que la encontramos y como ya andábamos un poco
locos por el mezcal, pues que uno por uno le hacemos el amor a la
esposa del Chente.
El escritor se asombra del morbo con que el anciano recuerda las cosas
y se asusta, piensa que no puede contar eso que sucedió.
- Uy, ¿no tendrá algo más cómico, algo que le haga
reír a usted y a todos los del pueblo? No sé, tal vez
algo inusual, qué sé yo.
- Pues sí, una vez, se perdió una chiva del Luis. Que se llega la
noche y no recala el animal. Nos reunimos todos los hombres del
pueblo, nos armamos con un buen cargamento de mezcal y nos metemos
al monte a buscarla. Pasados los días la encontramos y, como ya
andábamos un poco locos por el mezcal, uno por uno se apañó a la
chivita.
El viejo degenerado estalla en risas. El escritor piensa que el viejo
está loco y que sería mejor cambiar el carácter del tema, para que ya
no contara esas cosas.
- ¿Y no tendrá otra historia? No sé, algo más dramático y triste que
haya vivido. Algo que pueda conmover a los demás y que pueda yo
libremente contar en mi libro.
El viejo mira al suelo y se le nubla la vista. Con un nudo en la
garganta y las lágrimas rodando por sus mejillas declara:
- Pues, una vez me perdí yo...
(anónimo)