Mal momento
Las damas voluntarias de la Cruz Roja acudieron a la oficina del dueño
de una importante empresa a pedirle un donativo. Cuando llegaron no
había nadie en la antesala, de modo que una de ellas abrió de manera
cautelosa la puerta del despacho. ¡Sorpresa! El patrón estaba
disfrutando un rato de íntimo solaz con su linda secretaria. Todo
confuso el ejecutivo se deshizo de aquel estrecho abrazo, y
arreglándose la ropa dijo lleno de confusión:
- Perdonen ustedes, señoras. Creo que llegaron en un mal momento.
Sonríe la que encabezaba la comisión y responde con palabras suaves:
- Mal momento quizá para usted. Para la Cruz Roja, no.
(anónimo)