Mal rumbo
El sacerdote del pueblo iba por la calle, y en una esquina se topó con
una chica de tacón dorado:
- ¿Qué haces, hija mía? Me apena que hayas escogido este mal rumbo.
- Tiene usted razón, padre. Ya llevo aquí tres horas y no me ha caído
ningún cliente.
(anónimo)