Marido enojado
El señor y la señora tuvieron una acre discusión, y al llegar la noche
se fueron a acostar sin dirigirse la palabra. Olvidaron aquella sabia
enseñanza según la cual los esposos jamás deben irse a dormir
enojados, sino reconciliarse antes de terminar el día de modo de
iniciar el siguiente en armonía y paz. Se metieron, pues, en la cama
sin hablarse, y apagaron la luz. Poco después la señora sintió que su
marido le ponía una mano sobre el busto con movimientos cariciosos. Le
dice:
- ¿No que estás enojado?
- Contigo sí, pero con ellas no.
(anónimo)