La muerte de la tortuguita
El niñito lloraba desconsoladamente:
- ¡Se murió mi tortuguita!
- Vamos, vamos -lo consuela su papá-, ya no llores. Ahorita la ponemos
en una cajita, la enterramos en el jardín, y luego te voy a llevar
al circo, después a la tienda a comprarte el juguete que quieras y
luego a que te comas un helado gigante. ¿Qué te parece?
El niño va a contestar cuando en ese momento la tortuguita saca la
cabeza de su concha y echa a caminar.
- ¡Vaya! -se alegra el papá-. ¿Ya ves? ¡La tortuguita no estaba
muerta!
- ¿Puedo matarla?
(anónimo)