Octagenario recién casado
Una muchacha joven y ambiciosa se casó con un octogenario. Al regresar
de la luna de miel la chica se veía ojerosa, pálida, agotada. El
vejete, en cambio, lucía alegre y rozagante, más fresco que una
lechuga. La muchacha les dice a sus amigas con disgusto: "Me engañó el
tal por cual. Me dijo que había estado ahorrando durante sesenta años,
pero yo creí que hablaba de dinero."
(anónimo)