Penitencia regiomontana
Don Cruz Treviño, hombre casado que vivía en Monterrey, se arrodilla
en el confesionario y le dice al cura:
- Padre, acúsome de que "casi" tuve una aventura con otra mujer.
- ¿Cómo está eso de "casi"?
- Bueno, nos desvestimos y nos frotamos, pero yo detuve súbitamente la
cosa.
El cura le dice:
- Frotarse desnudos es lo mismo que meterlo... no volverás a ver a esa
mujer, reza cinco aves marías y deposita mil pesos en la cajita de
limosnas.
El tipo sale, reza sus oraciones y va hacia la cajita. Se queda ahí
unos segundos y luego comienza a irse cuando el cura, que lo estaba
observando, lo detiene:
- A ver, un momentito. Ya te vi, pelao mondao. ¡No depositaste ningún
dinero en la cajita!
- Bueno... frote, froté y froté el billete, y como usted me dijo que
frotarlo era lo mismo que meterlo, pues ya esta ahí el dinero...
(anónimo)