Piadosa costumbre
La dama que iba con su hijito por la calle se conmovió mucho al ver a
un anciano que al salir de su casa se persignaba.
- Aprende, Pepito - dice la señora a su pequeño-. Ese buen señor se
encomienda a Dios al comenzar sus actividades ya casi nadie conserva
esa piadosa y bella costumbre de nuestros antepasados. Dígale por
favor a mi hijo porqué lo hace.
- Perdone, señora -responde el ancianito-. No quiero decepcionarla,
pero lo que estaba haciendo es cerciorarme que si traigo el
sombrero, si me abroché el cierre, si me guardé la pluma de un lado
y las credenciales del otro.
- ¡Pero al final se besó los dedos! -se asombra la señora-.
- No, señora. Me fijé a ver si no se me había olvidado ponerme la
dentadura postiza.
(anónimo)