Las raquetas de castor
Dos tramperos de Arkansas iban a pasar un año en la montaña. El hombre
de la tienda donde compraron las vituallas les ofreció sendas raquetas
forradas con piel de castor, cada una de las cuales tenía una
perforación:
- En la montaña no hay mujeres -les explicó-. Quizá les hagan falta
estas raquetas.
- ¡Qué indignidad! -exclaman los dos tramperos con disgusto-. ¡No las
queremos!
- Llévenlas de cualquier modo -insiste el de la tienda-. Si no las
usan les devolveré su dinero al fin del año.
Pasaron doce meses, y uno de los tramperos volvió al pueblo. Le
pregunta el tendero:
- ¿Dónde está su amigo?
- Lo maté -responde sombríamente el individuo-. Lo sorprendí en la
cama con mi raqueta.
(anónimo)