Soneto a la primera vez
Con ternura te la abría,
Mas tu temor inicial,
Me hizo suponer normal
Tu queja, porque te hería.
Yo seguí perseverante,
Tú la veias perdida,
Fui mas tierno que un amante,
No merecía tu mordida.
Por fin como una gran puerta,
Entre gritos y sofoco,
Molesto por aquel foco,
Rendida quedaste abierta.
Penetré con gran cuidado,
Siempre he tenido talento,
Y haciéndome el despistado,
Metí todo el instrumento.
Tu rigidez inicial,
Se convirtió en movimiento,
Con ese terrible lamento:
Me haces daño, animal.
Poco a poco entre dolores,
Logré aquello que deseaba,
Tú fingías estertores,
Mas se te chorreaba la baba.
Cuando creí conseguido,
Mi objetivo principal,
Me di cuenta que al final,
Aún no cobraba sentido.
Entonces me hice un enredo,
Al ver que no te alcanzaba,
Metí un dedo, el otro dedo,
Pero nada, no llegaba.
Toda una mano, ya ves,
Tampoco fue suficiente,
Si no fuera tan decente,
Te hubiera metido los pies.
Las fuerzas se me escapaban,
Y tú no me dabas respiro,
Las piernas flojas temblaban,
No permitías el retiro.
Saqué los dedos, la mano,
Tú perdías el aliento,
Te retorcías cual gusano,
Y no salía el instrumento.
Tanto que costo meterlo,
Y ahora no podía sacarlo,
Te juro que temí perderlo,
¿Nadie volverá a chuparlo?
Y en el último momento,
(De fondo un grito ahogado),
Salió todo el instrumento,
Baboso y ensangrentado
Respiraste satisfecha,
Mi suspiro fue mas vago,
Me miraste con reproche,
Sin pensar en mi lumbago.
Sé que estás adolorida,
Mas te vas, corre que vuela,
Parecías agradecida,
Por fin te he sacado la muela.
--El Dentista
(anónimo)