Última confesión
Un hombre vivía sus últimos momentos. Su mujer, lo acompañaba sentada
al lado del lecho de agonía:
- Acércate más, esposa mía. Quiero hacerte una confesión.
- No hables. Piensa en la eternidad a cuyas puertas te hallas. Además
en este momento estoy planeando lo que haré de viuda y me distraes
con tus palabras.
- Es que no quiero morir sin pedirte perdón por algo que hice. Debes
saber la culpa que me agobia. Escucha: Te engañé con mi secretaria.
No sólo eso: Le compré una casa mejor que ésta donde vivimos y un
coche cinco veces caro que el que traes. Además le regalé joyas,
pieles, vestidos, zapatos, bolsas y accesorios que tú jamás tuviste.
- Ya no hables más. Todo eso que me estás diciendo ya lo sabía yo.
- ¿Ya lo sabías?
- Claro que sí. ¿Por qué crees que te envenené?
(anónimo)