Ya no puedo
Un hombre mayor encorvado camina sobre el boulevard, en Amsterdam. Una
prostituta se asoma y le grita:
- Eh, eh, abuelo, ¿por qué no probamos?
A lo que el septuagenario responde:
- No, hija, no, ¡ya no puedo!
Pero la prostituta insiste:
- Y... ¿por qué no probamos, al menos?
El abuelo entra y le hace tres al hilo, casi sin descanso.
- Ufff, dice la mujer, ¡Y eso que decías que ya no podías y lo hiciste
como un joven de 30!
A lo que abuelo contesta:
- ¡Ah, sí, coger sí que puedo, lo que ya no puedo es pagar!
(anónimo)